Cómo crear el nombre de una marca

Hay aspectos a la hora de crear una empresa a los que le dedicamos horas y horas de nuestro tiempo. Volumen de stock, expectativas de crecimiento, coordinación de plantillas, nuevas contrataciones… A veces incluso pensamos más en lo probable que en lo factible y descuidamos elementos que deben merecer toda nuestra atención. Por ejemplo, el nombre de la marca. A pesar de tener claro el target que vamos a atacar, haber estudiado las localizaciones y haber previsto el stock total, pensar en un nombre adecuado es primordial para asegurar el éxito a medio plazo de nuestra marca.

No va a servir el primer nombre que te venga a la mente ni cualquier mezcla de palabras inconexas: se tienen que reunir una serie de requisitos para considerar que el nombre tiene lo que se dice “filón”. Es decir, que le puedas sacar mucho provecho comercialmente hablando. Para que pienses en uno apropiado para tu marca, vamos a darte una serie de pautas para que des de lleno con un nombre con gancho y con el que se te reconozca.

Aspectos fundamentales para crear un nombre de marca con éxito

Lo mejor que puedes hacer para encontrar ese nombre que tanto ansías es dedicar con tu equipo varias sesiones de brainstorming para aportar ideas. Mezclas, fórmulas, palabras… aquí vale todo. Da igual cuán absurdo sea, mientras tenga una base fundamentada. Además, en estas sesiones el objetivo es aportar de todo para luego ir desechando opciones.

Esta opción, claro está, es para quienes quieran trabajar ellos mismos su marca y acuñar su nombre. Pero existen agencias profesionales que buscan un nombre de éxito a cambio de una suma de dinero que puede oscilar entre los 50 y los 70.000 euros. La horquilla es extremadamente amplia y parece hasta absurdo que un mismo servicio presente tanta diferencia de precio.

La clave está en el estudio de mercado que realizan las agencias profesionales, las más caras de todas, que se dedican a explorar el mercado para realizar asociaciones de nombres y comprobar el efecto en las masas. En cambio, las opciones más baratas solo proponen un nombre en base a un criterio exclusivo, sin tener en cuenta todo el panorama empresarial del sector.

Si decides ir tú mismo a por ello, ten en cuenta el primer punto clave de ponerle nombre a una marca propia: es como ponerle nombre a un hijo, es para toda la vida. Ese nombre ocupará las futuras cuentas de correo electrónico corporativas, los dominios web y existirán perfiles de redes sociales con el nombre que tú elijas, así que hazlo bien.

En cuanto tengas claro que has encontrado el nombre perfecto para tu marca, tendrás que revisar que el nombre no esté registrado. Si lo está te verás obligado a modificarlo, ya que puedes tener problemas legales muy serios si decides seguir adelante con un nombre ya registrado y, muy probablemente, la justicia pueda obligarte a cambiarlo si se demuestra el plagio y a hacer frente a las costas del juicio. En cambio, si no consta en la base de datos de marcas registradas, regístralo tú para tener la exclusividad del nombre y que nadie pueda utilizarlo al margen de ti, pues podría dañar tu imagen de empresa.

Otros tips para que el nombre de tu marca tenga filón

Debes tener en cuenta que el nombre de una marca o empresa nunca va a calar del todo en el público si no se establece un vínculo emocional con el nombre. Por eso, debes estudiar las implicaciones y los efectos que puede tener cierta palabra en el target al que se dirige tu producto.

El primero que establecerá un vínculo emocional con el nombre vas a ser tú, ya que la palabra seguramente no vendrá de la nada y tendrá un significado y un bagaje detrás que tú captarás. No obstante, debes asegurarte de que los demás lo captan y lo entienden, aunque el origen de ese valor emocional sea triste. Esto puede disparar la empatía del público, un arma poderosísima que fomentará el apoyo a tu marca en todos sus ámbitos.

Esto es algo que queda patente en numerosas marcas de sectores tan variopintos como el automovilístico o el informático. De hecho, incluso puede darse en los productos más sencillos, como los de oficina, un aspecto que también ha llamado la atención del equipo de solucionesdeoficina.com, que trata el tema del branding en algunas de sus guías comparativas a modo informativo.

Un último aspecto que debes tener en cuenta acerca de los nombres de marca son las asociaciones. Pese a que tú no lo sepas, puede existir una connotación negativa fruto de una asociación (fundamentada o no) de palabras que afecte negativamente a la percepción de tu marca. Por eso, las agencias profesionales de renombramiento de empresas tienen unas tarifas tan altas: hacen un estudio completo que determinan la influencia de todos estos factores en el nombre de tu marca. Así, será más sencillo potenciar el branding y crear estrategias de expansión que permitan afianzar la posición de tu marca en el mercado.

Los nombres de marcas más exitosos

Lo mejor de poner nombre a una marca o empresa es que no vas a ser el primero que lo hace, ni tampoco el último. Por tanto, si vas a hacerlo por ti mismo, no tienes más que fijarte en otros ejemplos y comprobar cómo le han funcionado.

Según la historia comercial reciente, tres son las estructuras más comunes que ofrecen una mayor probabilidad de éxito comercial en cuanto a la nomenclatura y el branding: apostar por el nombre del fundador, simplificarlo a la experiencia de producto o crear un término fuera de contexto asociado a un logotipo reconocible.

  • Nombre del fundador. Es la mejor manera de recurrir a los orígenes de la marca y darlos a conocer. Así, el consumidor enseguida asociará una determinada historia a una figura mitificada y al producto que vende. Es el caso de la marca de automovilismo Ford, cuyo nombre procede del mismo apellido de su fundador, Henry Ford.
  • Experiencia de producto. Es la opción más descriptiva, pero ofrece al consumidor un mensaje claro y escueto acerca del tipo de producto y la experiencia que ofrece. Es muy utilizado por las aerolíneas para hacer reconocibles sus servicios de navegación aérea: EasyJet o British Airways son dos de los más conocidos exponentes de esta estructura de composición semántica de nombres comerciales, aunque también se pueden encontrar hibridaciones que mezclan el nombre de su fundador o presidente con el de los servicios que ofrece, como Ryanair, combinando el apellido de su fundador, Tony Ryan, con el de los servicios que presta, en este caso simplificados con el escueto sufijo “air”.
  • Término + logotipo. A veces no se tiene por qué recurrir a un elemento de la historia de la empresa: basta con crear una asociación entre un nombre característico y sencillo (normalmente monosilábico, aunque puede contener alguna sílaba más, pero nunca debe sobrepasar las dos palabras) con un logotipo reconocible. Es el caso de Apple, que antes del boom de sus iPhones era conocida como la proveedora del software QuickTime y a día de hoy es conocida mundialmente por la enorme calidad de sus smartphones, tabletas, relojes inteligentes y ordenadores.

El caso de Apple es además bastante curioso, porque se asocia su nombre y su imagen de marca con la historia de su fundador, Steve Jobs, cuya figura se ha mitificado desde su muerte en 2011. Esto ha potenciado enormemente la imagen de marca, ya que se suma la sencillez de su término con un logotipo muy reconocido a nivel mundial con un trasfondo trágico que dispara la empatía de las masas, lo que crea un lazo emocional de gran fortaleza muy beneficioso en términos estrictamente comerciales.